jueves, 10 de diciembre de 2009

Mi Alabastro...


“Reír es correr el riesgo de parecer tonto.

Llorar es correr el riesgo de parecer sentimental.

Acercarse a otro es correr el riesgo de involucrarse.

Demostrar sus sentimientos es correr el riesgo de demostrar su verdadero yo.

Poner sus ideas, sus sueños, delante de la gente es correr el riesgo de perderlos.

Amar es correr el riesgo de no ser amado.

Vivir es correr el riesgo de morir.

Esperar es correr el riesgo de desesperar.

Tratar, es correr el riesgo de fracasar”.


Meditaba en este texto hoy y me detuve en lo siguiente: Poner sus ideas, sus sueños, delante de la gente es correr el riesgo de perderlos.

Y me pregunte, ¿será por eso que suelo callar antes de compartir lo que anhela mi corazón?. Y fue una idea que creí por mucho tiempo. Hasta que hable y comuniqué mis sueños. Y bueno ciertamente al comenzar a hacerlo, poco a poco se fueron diluyendo.

Hoy en día ya no está lo que anhele tan fervientemente para mi vida. Aquello que comenzó de niña y fui abrazando a medida que crecía. Ha sido increíble como he ido aceptando y me he amoldando a algo que va más allá de mi imaginación y más allá de lo que alguna vez creí esperar.

Si hago memoria sobre este tema en particular, me doy cuenta que en estos últimos años, muchas veces declare “no vivo yo…”, “quiero hacer Tu voluntad”, “dame a conocer Tus sueños”. Y a medida que mi corazón comenzaba anhelar esto más que cualquier otra cosa, comenzó una obra misteriosa para mi, pero agradable para mi alma.

He tenido que ir aceptando cosas que no han sido agradables. Y más de alguna vez quise acabar toda esta idea tan nueva. Comencé a experimentar dolor, aquel dolor que no se puede describir. Son un sinfín de emociones que se vuelven lágrimas, y de aquellas que se pierden en el quehacer del servicio. Y recuerdo que una vez recibí uno de esos mensajes tan claros y reconfortador para mi corazón, queriendo decir que mis lágrimas están siendo guardadas en un lugar especial.

Hace muy poco, quise abrir más mi corazón, intentando hacer las cosas bien. Pero no esperé que detrás de esto, nuevamente pasara por una prueba mayor. De aquellas que te deja perplejo y sin ninguna emoción. Recuerdo que caminaba y veía tan larga la calle con sus árboles, como sin fin… anhelando llegar a mi destino, lo esperaba por mucho tiempo, pero a la vez quería desaparecer. Necesitaba llorar, pero debía continuar con la función del día. Fue muy duro y muy doloroso.

Hoy lo que logro ver, es que nuevamente fue roto mi alabastro en las Manos de Aquel que puede hacer todo de nuevo. Mi corazón estaba hecho trizas, y un dolor muy agudo existía en él. Sólo sé que me dijo a través de una persona: “Me perteneces”. Y pertenecer incluye tantas cosas inimaginables aún para mí.

“Me perteneces” escuché, y me quiso decir que debo corresponder, dejarme alcanzar, afectar, importar, corresponder y por sobre todo, dejarme tocar. Sólo colocó Su dedo sobre mí, y fui quebrantada por completo.

Ahora me encuentro nuevamente en el camino, continúo hacía la meta, aquella que anhela mi corazón y espera. Sequé mis ojos, y dejé nuevamente que encontrará la mirada de Aquel que conforta mi alma. Y aquí estoy, en las Manos del que hará de mí, la obra que sólo en su corazón continúa soñando. Y sé terminará para Su Gloria.


El Señor nunca permite el sufrimiento a menos que tenga un propósito hermoso. Y él da las fuerzas para soportar.


“Porque con la tristeza del rostro se enmendará el corazón”. Eclesiastés 7:3b


"El crisol para la plata, y la hornaza para el oro; Pero Jehová prueba los corazones" Probervios 17:3